Bunbury: Ahora calaveras


MTV Unplugged: El Libro De Las Mutaciones
[Warner]
 ★  
[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo

Y al Unplugged de Enrique Bunbury hemos llegado; disco y video. Todo lo que sale del horno del maño se convierte inevitablemente en un festín, tanto para conversos como paganos. Sus fieles han recibido con los brazos abiertos una selección que se antoja muy personal (Enrique y las concesiones a la nostalgia son como el agua y el aceite). Por otra parte, la policía de lo correcto seguramente se ha saciado de materia prima para sus diatribas. El banquete quedó servido.

Empezamos por el alfa. La puesta en escena, las luces, el ambiente, la parafernalia, el sincretismo, electricidad en dosis gourmet, todo bien medido, cero faltas. Los Santos Inocentes en su línea confiable, sólida, pero con un extra de contención que enriqueció los temas más lentos; matrícula de honor para un Rebenaque inmenso, fronterizo con lo bayou, al piano acústico, eléctrico y al órgano Hammond. Los músicos adicionales suman, si, pero si no hubieran estado sobre las tablas tampoco habría caído Roma. Los Santos son mucha banda y por sí solos se valen para llevar la antorcha en alto.


Enfilamos a la médula: La música, el cimiento de todo esto. Ahora, un corte extraído del injustamente infravalorado El Tiempo De Las Cerezas. Esta apertura clarificó las coordenadas de la noche. Dos Clavos A Mis Alas ya era conocida por el público en las voces de Raphael y Riveros, pero escuchada en la voz de su autor es otra historia (de las buenas) y el respetable supo agradecer su inclusión en el setlist. El viaje al terreno de Héroes del Silencio se inició con La Sirena Varada, en una elegante versión agrandada por los enormes fraseos humeantes de Rebenaque al piano eléctrico. Los Inmortales, el mejor corte de Palosanto, se mantuvo más cercano al arreglo original, pero en un acertado registro low-fi


El primer visitante: Draco a escena. Esperado con ansia, Robi estuvo a la altura de la ocasión, uniéndose a una sola voz con Bunbury en el himno El Boxeador. Más rítmica, más blues-rock y góspel, cortesía del Hammond de Rebenaque: otra medalla para el teclista. Sin duda fue el pico emocional de la noche. Enrique cantó con un fervor desbordante el clásico El Camino Del Exceso, donde las guitarras cedieron su protagonismo de nuevo a la orfebrería de los teclados.

Los Vetusta Morla fueron los cómplices en la interesante revisión folk de Planeta Sur. Banjos, acústicas, percusión, tempo ralentizado: Este arreglo rebosó creatividad y búsqueda; el único pero estuvo en un Pucho notoriamente retraído ante la importancia de la cita (pesa mucho compartir micrófono con el aragonés). 

Apegado a la sinceridad todo debe decirse: El himno del Hellville De Luxe Porque Las Cosas Cambian vio estropeada su grandeza con la participación de Carla Morrison. La mexicana, toda ganas (hay que dejarlo claro), estuvo muy por debajo del aprobado, realizando una performance intrascendente. Ni pinchó ni cortó en un tema que es sagrado para muchos.

El mal sabor de boca quedó en nada con la gran Avalancha, mostrándonos a ese Bunbury que es animal-de-escena. Lo siguiente nos llevó a las antípodas: Ven y camina conmigo. Desde que se anunció la participación de Pepe Aguilar muchas cejas se levantaron y la emisión de anoche no cambió el gesto. Aguilar tiene las tablas y la honestidad, pero discurre en otro mundo sonoro con respecto a lo que representa Enrique Bunbury. Este fue un momento que emocionó a unos y dejó indiferentes a otros. Para el maño fue un momento especial y su lenguaje corporal le delató.

Después de una sentida interpretación de Más Alto Que Nosotros Sólo El Cielo llegó la que redondeaba el bodegón: La Chispa Adecuada junto a León Larregui. El que fue el adelanto de El Libro De Las Mutaciones ya era conocido por el público y solo faltaba degustar su puesta en escena en su justo contexto. Doscientos Huesos Y Un Collar De Calaveras quedó para el encore y cerró la puerta con altura y distinción.
A bote pronto el Unplugged puede generar sentimientos encontrados. A pesar que Bunbury ya había anunciado que este no era un greatest hits ni un desenchufado en formato estándar, se echaron en falta temas que habrían sido muy interesantes de escuchar revisionados en el Churubusco: Las Consecuencias, El Tiempo De Las Cerezas, De Mayor o Puta Desagradecida. Visto en perspectiva ha sido un nuevo y  solemne capítulo en la carrera de fondo de Enrique Bunbury. Las masas podrán ceñirse los capirotes de conversos o paganos, pero al final de este camino es el andante de negro quien tiene la primera y última palabra. El Libro De Las Mutaciones bien pudo llamarse Ahora Calaveras: desde la primera hasta la última palabra de sus estrofas, el tiempo y la muerte conviven en un repertorio digno de su autor. 


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