Robert Wyatt: Rara avis en un mundo sin utopías

«Me encanta que la música pop pueda unir a la gente»

[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo

Baterista de los míticos Soft Machine. Poseedor de una carrera musical tan respetable y como interesante. Un artista con una credibilidad a prueba de todo. Es Robert Wyatt, uno de los grandes testigos/protagonista de la explosión del rock piscodélico en la pérfida Albión, recurrente en el entorno Pink Floyd y voz autorizada como pocas. Robert nunca ha sido de prodigarse con la prensa, pero en el año 2014 abrió las puertas de su mente a la periodista argentina Julieta Desmarás. Habló desde su residencia en las afueras de Londres, no dejándose casi nada en el tintero. Desde Syd Barrett hasta sus visiones sobre la política actual, Wyatt nos dejó pinceladas geniales en una conversación que bien merece ser recuperada de los archivos.    



¿Cómo fue la rutina de hacer música con Syd?

Sus tiempos en el estudio eran irregulares, por lo tanto teníamos que volver un par de veces para encajar. Era buena onda y tranquilo. (Suelta una carcajada) Me sorprendió muchísimo cuando decidió dejar la toma de un ensayo en su disco editado (The Madcap Laughs, 1970).

Como solista, colaboraste varias veces con otro integrante de Pink Floyd, David Gilmour. ¿Cómo es la experiencia cada vez que se encuentran?

Fui convocado por el London Festival Hall como curador invitado por unas semanas y lo invité a tocar. Ese concierto fue fantástico. Él no venía tocando públicamente y se dio todo de manera muy natural. Un tiempo después, participó en mi disco “Cuckooland” en el tema Forest, dónde realizó un increíble solo con slide. Posteriormente toqué la trompeta en una pieza instrumental para su disco “On an Island”. David es un verdadero caballero con cierto porte aristocrático donde enmascara sus emociones más sinceras.

Tu padre tocaba el piano y tu madre era periodista, creciste en un ambiente creativo ¿Recordás las primeras melodías y pinturas que te impactaron?

Conocí a mi padre cuando tenía unos seis años (¡es una larga historia!). Profesionalmente era psicólogo. Lo recuerdo tocando adaptaciones de canciones sencillas para poder cantar juntos. La primera que me viene a la mente es Away in a Manger y adaptaciones de temas populares y divertidos como Little Brown Jug, how i love thee y las más tristes, como Sweet Molly Malone. Luego, cuando yo tenía ocho años, agarró esclerosis múltiple y no pudo tocar más. Coleccionaba vinilos de Benjamin Britten, Ravel, Bartok. También le gustaba el jazz de la pre-guerra como Ellington, Django y Fats Waller. A mi madre le gustaba Monteverdi y la música popular de su juventud, el charleston por ejemplo. Pero lo que realmente me transportó fueron sus preciosos libros de arte. Pasé mis años escolares en mi cuarto tratando de pintar.

¿Qué te aportó el jazz que no te dio el rock o el pop?

Mi era de descubrimiento fueron los 50.  Conozco gente que piensa que la cultura musical de su juventud fue la mejor y vivieron bajo esos estándares el resto de sus vidas. El jazz de los 50 fue rejuvenecido por Charlie Parker y el be-bop. Soy un afortunado de haber sido testigo de mis héroes: Art Blakey, Thelonious Monk, Charles Mingus, John Coltrane. A veces siento que podría emocionarme hasta las lágrimas por todo lo que me brindaron. Pero me encanta que la música pop pueda unir a la gente y por supuesto que mi primer trabajo pago fue tocar música pop en fiestas locales. No hay nada como cuando la gente se para y empieza a bailar lo que estás tocando. Es un servicio, como el de un cocinero. Y estoy agradecido a los Beatles por poner en el mapa a la música británica, que es principalmente un fruto de los ritmos afroamericanos.

HAY UN MUNDO MÁS ALLÁ

Robert Wyatt, además de ser el batero original de SM, mantuvo una prolífera carrera musical. Va del jazz al rock psicodélico, del rock al pop, del pop al bossa-nova, simplemente porque quiere y puede. Incursionó con soberbias versiones músicos latinoamericanos como Victor Jara, Violeta Parra, y Antônio Carlos Jobim, a quienes admira por su arte y compromiso político. “Sentí interés al ver que la verdadera cultura revolucionaria no necesariamente tiene que gritar. Por los años ‘70 estaba atrapado en una especie de claustrofobia músico-cultural, debido a un elitismo excluyente que existe en los vastos imperios comerciales”. Un poco cansado del rock rebelde porque sí, paró su oreja hacia otro campo musical: “El rock se distinguió por su música rebelde, pero tener el pelo largo y burlarte de la generación de tus padres no necesariamente es luchar por la justicia en el mundo real. Así que pensé, ¿qué está pasando más allá de esta cultura narcisista anglo-americano? Por lo tanto, después de haber aprendido un poco de español, me mantuve alerta a las posibles canciones de los trovadores, tanto en España como en Latinoamérica. Eso me dio la oportunidad de celebrar esas canciones que imaginaban un mundo basado en la ayuda mutua”, declara.

Se mostró contento al conocer que en nuestro país hay un proyecto colectivo para juntar bronce y poner en lugar de donde yace un monumento a Julio Argentino Roca, el Monumento a la Mujer Originaria. Por momentos parece un trovador de estos tiempos:“Latinoamérica está en movimiento, generando cosas por ella misma y a su manera, finalmente. Mientras Gran Hermano al norte de la frontera está distraído por los acontecimientos del mundo al norte de la línea ecuatorial.”

 Su álbum “Nothing Can Stop Us Now” tiene canciones folk y versiones de intérpretes de países sudamericanos. Disco influenciado por la voz de trovadores latinos y que se vio afectado por el negocio musical. “Virgin records no me permitía hacer música para otra compañía discográfica y se quedaba con mucho dinero de nuestra venta, no nos dejaba ni siquiera con lo justo para vivir. Lo que nos salvó fue conocer a gente post punk en Rough Trade Records. Ellos se arriesgaron a juntar nuestros singles y se aseguraron que nos llevásemos bien con otras compañías discográficas”, recuerda Wyatt. Dentro de ese trabajo está “Shipbuilding” escrita por Elvis Costello, y un claro manifiesto en contra de la guerra de Malvinas. Wyatt es sincero: “Nosotros, los europeos, hemos pisoteado y tenemos bajo nuestras suelas tantas culturas vulnerables devastadas que deberíamos, al menos, saber decir ‘lo siento’”. Fiel a su postura pacifista sentencia los resultados de la era tacherianaen el universo cultural y musical. “Pienso en eso como ‘la era Reaganomía’, la era en la que los ricos y poderosos se les dio poder sobre los gobiernos electos, incluso, los ricos se hicieron más ricos y los pobres cada vez más pobres. Hoy en día sigue siendo el caso de muchos países del mundo”, reflexiona.

Alejado del ruido de ciudad, Wyatt vive en las afueras de Gran Bretaña con su esposa Alfie. Su mujer no es sólo una musa, sino que juega un rol muy importante en la obra de Robert.  

Hay una frase tuya en la que te referís a tu mujer, Alfie: “De no haber existido ella, me habría dedicado a beber hasta morir escuchando a Thelonious Monk”. ¿Cómo es trabajar con tu mujer?

Varios de los poemas que ella escribió fueron canciones, y su arte adornó todas las portadas de mis discos. Es una persona muy apasionada por las cosas. Sabe reflejar muy bien sus sentimientos, y cómo conjurarlos en palabras para que luego yo pueda cantar. Una verdadera escritora, fuerte y hermosa. 

¿Cómo logras mantenerte a salvo de cualquier contaminación posible producto del negocio de la música?

No estoy deliberadamente ni fuera ni dentro de la gran industria musical. Simplemente, no veo necesario orientar o encajar mi trabajo en un mercado determinado. Me considero muy afortunado de haber vivido de esta manera. Varios de mis artistas favoritos fueron comercialmente exitosos (Stevie Wonder, Pablo Picasso), y otros que también admiro (Charlie Parker, Frida Kahlo) no lo fueron. Mi amor por lo que han hecho es igual.


¿Cuál es tu pensamiento acerca de la religión?

Por más de que no haya ninguna evidencia verificable de un dios benigno, muchas culturas tienen religiones. Sin embargo pienso la religión más en relación con el Arte. Ahí es donde está el mundo de los sueños.


¿Es preocupante que los jóvenes no tengan sueños políticos? ¿Estamos viviendo un mundo sin utopías?

No veo que sea preocupante pero sí espero que no estemos viviendo en un mundo utópico. La utopía es otra fantasía religiosa y ya tenemos suficientes.



Fuente: Julieta Desmarás

Copyright © 2015 Ecos del Vinilo.
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin previa autorización del autor.