Hablamos de los días berlineses de un David que dejó Inglaterra buscando un nuevo comienzo en un lugar donde pudiera caminar por las calles sin ser literalmente despedazado por los fans. Junto a su cómplice de correrías Iggy Pop inició un período gloriosamente fértil, con el material de Pop y sus propias producciones, que terminarían bautizadas como la trilogía de Berlín. El espontáneo método de trabajo para componer Lust for Life inspiró a David para crear su siguiente disco, «Heroes». Iggy le mostró nuevas vías de expresión a su compañero, huyendo de cualquier concepto premeditado y explotando la espontaneidad del momento.
Lust for Life se grabó en los Hansa Studios y contó con el importante aporte de Ricky Gardiner, así como con el último vestigio de la era ‘Young Americans‘, el guitarrista Carlos Alomar. El destino quiso juntar a tres cuartas partes del futuro proyecto Tin Machine, con la participación de Hunt y Tony Sales.
El origen de algunos de los temas es realmente interesante. La intro en código Morse de la red de noticias del ejército norteamericano en Berlín inspiró el riff característico de Lust For Life. The Passenger estaba basado en un poema de Jim Morrison, compañero de juergas de Iggy (una leyenda urbana dice que Pop se quedó con los mítico pantalones de cuero de Mr. Mojo Rising). Tonight y Turn Blue abordaban en sus estrofas el escabroso submundo de los adictos a la heroína. El segundo de estos temas ya fue trabajado por Bowie y Pop en mayo de 1975, cuando Iggy pasaba por un momento muy duro por sus adicciones. Turn Blue se titulaba originalmente Moving On. Fall In Love With Me es un tema surgido de una improvisación y estaba inspirado en la novia de Pop, Esther Friedmann. La única canción compuesta totalmente por Iggy fue Sixteen. La producción corrió a cargo de los Bewlay Bros, que no eran otros sino Iggy, David y el ingeniero Colin Thurston.
Lust for Life es considerado por la mayoría de la crítica y fans como el punto álgido de la producción solista de Iggy Pop, valorándole por encima incluso del mítico The Idiot. Aquella temporada berlinesa nos dejó muy buena música y es fiel reflejo del afán creador de una generación de artistas como pocas. Lust for Life merece el estatus de clásico por su espíritu rompedor, artístico y rabiosamente casual.